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¿Cómo saber si un niño tiene tdah en casa o en el colegio?

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¿Tú serías capaz de reconocer un TDAH a las primeras de cambio con tan solo un rato viéndolo en el colegio o el parque? Hay casos tan evidentes que no dejan lugar a dudas, pero no siempre resulta tan sencillo conseguirlo. En este artículo vamos a comentar cómo saber si un niño tiene TDAH en casa o en el colegio. Tanto en casa como en el aula pueden pasar desapercibidos en muchas ocasiones, o presentar comportamientos confusos difíciles de identificar. 

Uno de los mayores problemas es que tienden a confundirse con una enorme facilidad con niños con escaso interés o motivación por los estudios. Directamente se les califica como vagos, pero también corren un importante riesgo de ser vistos como torpes o inmaduros. En este post te voy a presentar una serie de trucos que te ayudarán a sospechar que los problemas de un chico, ya sea en el aula o en casa, son debidos a un TDAH. 

¿Qué síntomas debemos tener en cuenta para sospechar sobre TDAH?

El primero de los marcadores que podemos usar para sospechar un caso de TDAH en la edad escolar es la dificultad para la respuesta a los estímulos externos. Especialmente en el área académica, que es donde más rápido, intensos y complejos suelen ser. Esto lleva a que en muchas ocasiones, el alumno parezca perdido, no siga el hilo de las explicaciones o no entienda de forma correcta las instrucciones que se le dan. 

El segundo de los parámetros a valorar es la capacidad de procesamiento rápido de la información. Esto puede llevar igualmente a problemas de comprensión pero diferentes a los anteriores. Aquí suelen apreciarse momentos de bloqueo o pérdida de determinadas partes de la información que se le da al chico. Esto suele llevarle a cometer errores saltándose apartados de ejercicios, dejando actividades sin terminar o con una actividad muy lenta en la lectoescritura o incluso en el lenguaje. No se entera de las tareas que hay que hacer, las fechas de exámenes… No es consciente de muchas de las cosas que pasan a su alrededor.

Un tercer parámetro que nos puede resultar de ayuda es la existencia de problemas evidentes de memoria de trabajo o memoria a corto plazo. Un ejemplo de ello lo tenemos en los chicos que aún sabiendo perfectamente sumar con llevada, cometen errores habitualmente en la realización de las operaciones de este tipo. Olvidan fácilmente instrucciones que se le dan o tienen problemas para mantener esfuerzos prolongados en actividades escolares por ejemplo.

Otros síntomas relacionados con la hiperactividad y la impulsividad

A estos tres aspectos, relacionados principalmente con parámetros atencionales, se pueden sumar los relacionados con la hiperactividad.

Debes tener claro que no es necesario considerar como hiperactivo de forma exclusiva a aquel niño que no deje de moverse de un lugar a otro. También se considera hiperactividad la dificultad para permanecer quieto en el sitio. En general, esta última situación se traduce en movimiento constante, posturas raras, caídas habituales, tropezones en la marcha o caídas frecuentes de objetos de las manos. También es habitual que se trate de niños ruidosos, debido a golpes constantes con las manos o los objetos. También que mantenga un movimiento constante de piernas. Los que consideramos como hiperactivos clásicos son aquellos que no son capaces de permanecer sentados en su asiento ni en la escuela ni en casa. Necesitan mantener una actividad de constante desplazamiento.

Finalmente, en relación a la impulsividad encontramos la impaciencia, la ansiedad anticipatoria y la necesidad de gratificación inmediata. Además suelen mostrar una importante intolerancia a la frustración unidas a problemas importantes para mantener una conciencia real del paso del tiempo. Esto genera problemas en la organización y planificación, necesidad frecuente de cambio de actividad, aburrimiento permanentes salvo en actividades de alto estímulo cognitivo, así como problemas de socialización derivados de la baja tolerancia a la discrepancia de opinión unido a una constante intención de llevar la iniciativa en las actividades de juego aunque sea a costa de no cumplir las normas.

En resumen, esta disfunción ejecutiva se puede definir como una importante dificultad para mantener el control de la atención, los movimientos o los impulsos que genera, una clara disfunción en las diferentes actividades de la vida diaria.

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