El aumento de las fecundaciones In Vitro y el retraso en la edad de la maternidad han favorecido en los últimos años los partos prematuros.
Mantener la calma, confiar en los profesionales y pensar a corto plazo son estrategias para superar el trance con el menor dolor posible.
Recibir la noticia, esperar el momento, verlo nacer, los primeros instantes y el futuro son los 5 momentos críticos a los que deben enfrentarse todos los padres de niños prematuros sin estar preparados.
Los avances de la medicina hacen que la mortalidad neonatal sea cada vez menor pero no ha conseguido evitar la aparición de secuelas en los niños nacidos prematuramente. Las técnicas de reproducción asistida y la mayor edad de las madres entre otros factores han hecho aumentar de forma progresiva la aparición de niños que nacen antes de la fecha prevista.
Siempre inesperado, un parto prematuro, es un acontecimiento de alto riesgo. Nuestra sociedad ya no está acostumbrada a vivir un embarazo o un parto como una situación de riesgo, en cambio, decía un profesor de ginecología que tuve durante la carrera, que las madres deben ser conscientes de que una gestación consiste en albergar un ser vivo cuyo material genetico contiene componentes extraños procedentes de otra persona. Este proceso requiere unos mecanismos de alta precisión que aún no son del todos conocidos y que no siempre funcionan como esperamos.
Los 5 momentos críticos y como afrontarlos con mentalidad positiva:
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1) Recibir la noticia de un parto prematuro
La respuesta a un acontecimiento de esta magnitud para los padres siempre es inesperada. Intervienen muchos factores en la reacción que cada persona pueda tener. Hay factores que dependen del propio individuo, otros de su entorno y también hay factores relacionados con quien te da la información y cómo lo hace.
A este respecto, la actitud más conveniente es la expectante/informativa.
Es fundamental seguir las indicaciones del personal sanitario encargado de la atención tanto de la madre como del futuro recién nacido. Los equipos de obstetricia y pediatría/neonatología de los países desarrollados están de sobra preparados para atender situaciones extremas.
Por otro lado, es muy importante resolver cualquier duda de los padres sobre los aspectos cruciales del proceso. Tener información sobre la situación de la madre y sobre la situación fetal es muy reconfortante para los implicados. Los aspectos emocionales, el acompañamiento de la pareja y los seres queridos juega un papel relevante en este momento.
El secreto para superar con éxito este paso es mantener la calma, confiar y compartir dudas y preocupaciones con en equipo médico para tener toda la información necesaria al día minimizando preocupaciones o inseguridades. El cuidado físico y emocional de la madre y del futuro bebé son imprescindibles.
2) Esperar el momento
Cuando aparecen señales sugestivas de un parto prematuro no siempre ocurre de forma inminente. En ocasiones es posible conseguir frenar el proceso del parto o al menos enlentecerlo para permitir el máximo de desarrollo madurativo fetal antes del nacimiento. El entorno uterino materno es el más favorable para el desarrollo hasta el final de la gestación y cuenta con importantes mecanismos de defensa para proteger la integridad del futuro bebé.
Las horas, los días o las semanas que pueden pasar y que la madre y todo el entorno viven son de alta tensión. Es por eso que intentar afrontarlo de una forma positiva y con esperanza se hace más necesario que nunca. Igualmente, en este punto, las prisas no son buenas. Lo más importantes para salvaguardar la seguridad de la madre y el hijo es tomar las decisiones adecuadas en el momento justo. Extraer el niño antes del instante correcto o hacerlo demasiado tarde puede tener consecuencias nefastas y hay que afinar en la decisión.
El secreto para salir airosos de este trance pasa por estar en buenas manos. Aquí es cuando la pericia de los profesionales juega un papel trascendental. Hay vidas en juego y no valen las apuestas, hay que ir sobre seguro.
3) Verlo nacer
Después de las dificultades pasadas hasta este momento, llega la hora de la verdad. Ya sea un embarazo único o múltiple, los pasos a seguir en su preparación son equiparables. A mayor número, mayor riesgo. Nacer antes de tiempo no es solo una cuestión de peso, es también una cuestión de madurez. Se trata de tener unos mecanismos de regulación vital mucho más inmaduros de lo que ya son los de un recién nacido a término, a las 38-40 semanas de embarazo.
Claro está también que a menos duración y menor peso, mayor, mucho mayor será el riesgo. Ver nacer a un hijo prematuro no es un momento fácil. No es una situación agradable. un bebé recién nacido que pesa menos de un kilogramo, que cabe en la palma de una mano y que ni siquiera tiene los parpados separados es una experiencia terrible que a los pediatras nos enseñan a sobrellevar pensando en lo que podemos hacer para intentar ayudarle a salir adelante en las mejores condiciones posibles, con la esperanza de conseguir llegar a ser un niño completamente normal. Esa imagen se graba en la mente de los médicos y seguro de nunca la olvidan los padres de un niño prematuro.
El secreto para vencer al miedo es la esperanza. La esperanza de ver un corazón latir y un hijo que necesita la ayuda de los padres. Un motivo por el que despertarse todos los días y por el que luchar cada batalla. Un motivo por el que ser feliz y al que hacer feliz.
4) Los primeros momentos
Con momentos me quiero referir a días, semanas, meses e incluso años. No se acaba todo con el nacimiento, después del parto. Acaba una batalla y empieza la siguiente. Un recién nacido de menos de 30 semanas se enfrenta a todo un ejercito de complicaciones, de riesgos y de peligros que en menos de lo que canta un gallo, pueden costarle la vida.
Un tubo y una máquina para respirar, una vía en la vena, a veces de la cabeza o en un pie para recibir líquidos. Puede que necesite alimentarse a través de la vena umbilical. Piel fragil, quebradiza, transparente… una vida en ciernes que lucha por mantener viva la llama. Mientras, los padres observan todo con una enorme y extraña sensación de desrealización. Sufriendo como en un mal sueño o la peor de sus pesadillas.
Saliendo de eso, las primeras horas, los primeros días… a veces para bien, a veces para mal. Se mantiene las dudas, hay algunas luces. Las bacerias acechan, los órganos poco a poco van funcionando. Los médicos, los enfermeros y todo el mundo hace lo que puede para ayudar al niño y a su familia.
Para nuestra satisfacción, la vida es frágil pero terca. Aunque solo haya que estar vivo para poder morir, la naturaleza humana se resiste a la adversidad y a los médicos nos sigue sorprendiendo la capacidad de supervivencia y recuperación de estos niños que algún día sufrieron tanto.
El secreto para superar estos obstáculos es pensar a corto plazo. Hoy, mañana… no hay más. Nada más es importante. Cada noche superada es una probabilidad mayor de salir adelante con buenas expectativas. Los días son largos pero la luz está al final del camino.
5) El futuro
Hoy he visto en la consulta una niña de 7 años. Tiene problemas de atención, es muy nerviosa y le cuesta la lectoescritura. Resulta que fue una niña prematura de 29 semanas que pesó 750 gramos. Con una hermana melliza. Después de todo lo que pasó esta niña en los primeros momentos, quien le iba a decir a los padres que después de estos años de vida, trabajo y sacrificio, su hija no tendría más que alguna pequeña dificultad de aprendizaje que seguro no le provocará ninguna limitación en su futuro
El secreto más importante es el esfuerzo, el cariño, el amor por tu hijo. Padre, madre de un niño, de un niño prematuro, todo el sufrimiento y las preocupaciones que puedas pasar, olvídalos porque tu hijo te los va a compensar más que con creces a lo largo de su vida.
Debemos pensar en la importancia de contar con profesionales y medios suficientes para poder atender todas estas necesidades. Los detalles son importantes pero no podemos priorizarlos frente a los aspectos fundamentales de la atención a las madres y a los recién nacidos. Sigamos trabajando todos juntos por una sanidad de calidad.
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