Si tienes TDAH y has notado que el café te ayuda a concentrarte y a sentirte más tranquilo, puede que te hayas preguntado: ¿Por qué ocurre esto si se supone que la cafeína es un estimulante? Aunque parezca una contradicción, tiene una explicación neurobiológica muy clara.
En este artículo, basado en nuestro último episodio en YouTube, te contamos por qué el café no siempre acelera, y por qué en muchas personas con TDAH puede convertirse en un aliado inesperado.
Listado de Contenidos
- 1 El cerebro con TDAH: un motor sin frenos
- 2
- 3 Cafeína y dopamina: una conexión clave
- 4
- 5 ¿Por qué la cafeína me calma si tengo TDAH?
- 6
- 7 ¿Puede usarse la cafeína como tratamiento para el TDAH?
- 8
- 9 Consejos para usar el café de forma segura si tienes TDAH
- 10
- 11 Conclusión: café y TDAH, una relación compleja
El cerebro con TDAH: un motor sin frenos
Imagina conducir un coche deportivo con mucha potencia, pero sin frenos que funcionen correctamente. Esa es una buena forma de describir el funcionamiento del cerebro con TDAH: constantemente estimulado, con dificultades para frenar, enfocar y organizar.
En el TDAH, existe un desequilibrio en los niveles de dopamina, un neurotransmisor esencial para el enfoque, la motivación y el control de impulsos. Al haber menos dopamina disponible, el cerebro entra en «modo búsqueda», persiguiendo constantemente nuevos estímulos para mantenerse activo. Este es uno de los motivos por los que muchas personas con TDAH se mueven en exceso, interrumpen o buscan emociones fuertes.
Cafeína y dopamina: una conexión clave
La cafeína, presente en el café, el té o incluso algunos refrescos, es un estimulante que actúa bloqueando la adenosina, la sustancia que provoca sensación de sueño. Pero su efecto no se queda ahí: también tiene un impacto sobre la dopamina. Aunque no aumenta su producción directamente, sí mejora su disponibilidad en ciertas zonas del cerebro.
Esto significa que, en cerebros con TDAH, donde la dopamina escasea, la cafeína puede actuar como un pequeño «refuerzo», ayudando a mejorar la concentración y el autocontrol, de forma similar (aunque más leve) a medicamentos como el metilfenidato.
¿Por qué la cafeína me calma si tengo TDAH?
Aquí está el punto más interesante: aunque la cafeína es un estimulante, en el contexto de un cerebro con TDAH, su efecto puede ser paradójico. Lejos de aumentar la hiperactividad, puede actuar como un regulador emocional y cognitivo.
Esto sucede porque no se trata de tener «demasiada energía», sino de no poder gestionarla adecuadamente. Al mejorar la disponibilidad de dopamina, la cafeína puede favorecer la sensación de calma y dirección mental, ayudando a reducir el caos interno.
¿Puede usarse la cafeína como tratamiento para el TDAH?
La respuesta es que depende. Aunque algunas personas experimentan mejoras con el café, no es un tratamiento aprobado ni tiene la eficacia de los fármacos indicados para el TDAH. Su efecto es menos predecible, más corto y puede generar picos y caídas de energía.
Además, un consumo excesivo puede provocar nerviosismo, insomnio y dependencia, especialmente si interfiere con el sueño, que es fundamental para el manejo del TDAH. Por eso, antes de considerar la cafeína como herramienta de apoyo, es importante consultar con un profesional.
Consejos para usar el café de forma segura si tienes TDAH
Si notas que el café te ayuda, estas recomendaciones pueden servirte:
- Conoce tu tolerancia: empieza con poca cantidad y observa cómo te afecta.
- Evita el exceso: 2-3 tazas al día es el límite recomendado.
- No lo uses como sustituto del sueño: si afecta tu descanso, reduce o elimina su consumo por la tarde.
- Consulta a tu especialista: sobre todo si estás en tratamiento farmacológico, ya que puede haber interacciones.
Conclusión: café y TDAH, una relación compleja
La relación entre café y TDAH es mucho más interesante de lo que parece a simple vista. Aunque la cafeína no es una solución definitiva, puede ofrecer beneficios puntuales en ciertas personas. La clave está en la personalización, el equilibrio y el acompañamiento profesional.
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