El TDAH puede ser una de las causas de quedarse en blanco, es decir, de tener dificultades para concentrarse o recordar información. ¿Es lo que crees que le pasa a tu hijo? En el colegio o en casa, ¿Muchas veces os dais cuenta de que está ensimismado o no presta la atención suficiente?
En este post te ofrecemos una breve descripción de cómo diferentes dolencias contribuyen a que pueda perder el hilo. Sin embargo, si se trata de un comportamiento recurrente lo mejor es acudir a un especialista, un neuropediatra. ¿Objetivo? Descubrir el motivo y obtener la mejor solución para resolver cualquier problema de comportamiento, relaciones sociales o el propio desarrollo.
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Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad
«Decídmelo claro, ¿esto qué es?». Conoce lo que es el TDAH aquí. Es un trastorno neurobiológico caracterizado por una combinación de problemas persistentes, como la
dificultad para mantener la atención, hiperactividad y comportamiento impulsivo. Afecta aproximadamente al 6 % de los niños y persiste en la edad adulta entre el 50 % y el 60 % de los casos diagnosticados.
Sin que exista comorbilidad, la afección también incluye baja autoestima, relaciones problemáticas y bajo rendimiento escolar. Ocurre con más frecuencia en los hombres que en las mujeres, y los comportamientos suelen ser diferentes. Por ejemplo, los niños con TDAH suelen tener más hiperactividad y las niñas más síntomas de inatención.
Síntomas infantiles
El diagnóstico suele basarse en la evaluación clínica realizada por un profesional de la salud mental o un pediatra. Esto implica recopilar información de múltiples fuentes, siendo los padres y maestros, y el propio niño, los principales protagonistas. Sin embargo, aunque no existe una prueba única para detectarlo, el trastorno se caracteriza por la presencia de tres principales tipos de síntomas:
- 1. Inatención. Los niños con TDAH tienen dificultades para prestar atención a los detalles, mantener la concentración en tareas, seguir instrucciones y organizarse. Parecen distraídos, a ratos absortos, y suelen cometer errores por descuido en su trabajo escolar o en otras actividades.
- 2. Hiperactividad. También son muy inquietos. Les cuesta estar parados, esperar su turno y a menudo interrumpen a los demás. Esto se manifiesta en comportamientos como mover constantemente las manos o los pies, hablar en exceso o tener dificultades para jugar o realizar actividades de manera tranquila.
- 3. Impulsividad. Actúan sin pensar en las consecuencias. Al ser olvidadizos, no comparten ni controlan sus emociones, lo que origina conflictos con sus compañeros y problemas al interactuar socialmente.
¿Cómo tengo que actuar?
Una vez confirmado el trastorno en tu hijo, para convivir con él estos son algunos buenos consejos:
- Elogia cada vez que se esfuerce en las tareas que le cuestan mucho. Hazlo especialmente delante de otra gente.
- Empatiza con él, y utiliza siempre mensajes positivos.
- Ayúdalo a aceptarse tal y como es, enseñándole que las cosas no siempre salen a la primera. Demuéstrale cariño. Cada día, en cada acción proactiva.
- Con paciencia, hazle entender que existen muchas variables que influyen en el resultado final. Enséñale a descubrir en qué puede llegar a destacar.
- Evita compararlo. Importantísimo.
- Cree en él a pesar de las dificultades. ¡Él puede!
Problemas de sueño
La vigilia o la mala calidad del sueño también suelen tener un impacto significativo en tu hijo. Frente a un examen, no es que tenga un problema clínico, sino que no ha dormido lo suficiente o ha tenido un sueño interrumpido. ¿El resultado al llegar a clase? Falta de concentración, cansancio y somnolencia diurna. Esto hace que se sienta agobiado en el aula, lo que dificulta su participación activa en las clases y su capacidad para absorber nueva información.
Por otra parte, al dormir mal también aparecen los cambios de humor y un aumento de la irritabilidad con el resto de los chicos. Una característica transdiagnóstica y un problema de salud mental común que, de no corregirlo, aumenta en la adolescencia.
Esto es sinónimo de comportamientos anómalos y falta de socialización, o lo que es peor, una notable disminución del rendimiento académico. Observa a tu hijo. Fíjate bien si tiene dificultades para tomar decisiones razonadas, procesar datos de manera efectiva o simplemente poder completar los deberes en casa. ¿Una sugerencia? Al irse a la cama, ¡ningún móvil en la mesilla de noche!
Es importante abordar los problemas de sueño en los niños de manera efectiva para que tengan éxito en el cole, sí, pero más aún para garantizar su salud en general. Se deben establecer rutinas regulares de descanso nocturno, mantener un ambiente adecuado y recibir la atención necesaria si experimentan trastornos del sueño crónicos. De tu ayuda depende en gran parte su bienestar emocional en la escuela o ya en el instituto.
Efecto de los trastornos de ansiedad en los más pequeños
Por experiencia profesional propia, y según avalan los registros clínicos de atención primaria publicados por el Ministerio de Sanidad, las patologías mentales infantiles más comunes son cinco. La ansiedad, la depresión, la soledad, el estrés y el miedo. Trastornos que han experimentado un notable crecimiento en los últimos tres años debido a la pandemia. O mejor dicho, a la incertidumbre que se originó durante el confinamiento.
Hablemos de ello, de cómo el trastorno de ansiedad generalizada (TAG) causa una sensación de preocupación constante en los chiquillos y, obviamente, una dificultad casi insuperable para concentrarse. Entre otras, una manifestación muy clara es la niebla mental, una especie de bloqueo que deja inerme el pensamiento. Algo similar a un estado de alerta permanente.
¿Quedarse en blanco? Sí, porque durante situaciones de preocupación es común que el chico se sienta abrumado y tenga dificultades para pensar con claridad. Su cerebro ha entrado en modo de supervivencia y eso le ha agotado muchos recursos. Por ese motivo, es normal que actúe a modo de piloto automático para reducir la enorme carga que supone, por ejemplo, tener que responder un examen. Por simple que este sea.
Rendimiento académico deteriorado
Para que no haya dudas, las notas de la evaluación en clase son las que suelen demostrar que existe un problema. El chico no es capaz de focalizar la atención, recordar cosas, reflexionar o tomar decisiones. Está en Babia, y no puede ni pensar de manera racional. Mucho menos atender o aprender, completar tareas o hacer una presentación. Esto conduce a la procrastinación y la disminución de la calidad de su trabajo.
¿Tiene dificultades de socialización?
Al margen de quedarse en blanco en clase, ¿tu hijo ha dejado de jugar? Los trastornos de ansiedad dificultan la capacidad de relacionarse con otros. Más aún si consideramos el bullying y el ciberbullying entre menores. Los últimos datos oficiales indican que más del 15 % de los jóvenes en España han sido hostigados en el colegio y el 80 % de la población joven en la Unión Europea reconoce haber sido víctima de ciberacoso. Sobre todo las niñas.
Un chico o una chica con ansiedad social suele evitar situaciones en grupo, como fiestas o juegos con amigos, debido al miedo al juicio de los demás. Esto conduce al aislamiento y, la soledad, a la falta de oportunidades para desarrollar relaciones saludables. ¿Qué es lo peor? Que tampoco expresan sus emociones y acaban por desconectarse emocionalmente del resto de los niños.
¿Conclusión? Tanto el TDAH como el resto de las dolencias que hemos descrito son solo ejemplos que pueden afectar a la función cognitiva. Si tu hijo experimenta con frecuencia dificultades para concentrarse o recordar información, es fundamental que busques la opinión de un profesional de la salud para identificar la causa y recibir orientación y tratamiento adecuados. La intervención temprana tiene un impacto positivo en el bienestar emocional y el desarrollo de los niños.
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