Danny López es profesor de infantil especializado en la metodología Montessori. Acaba de escribir un libro bajo el título «Hasta el error es divertido». Conoce su labor en la entrevista realizada por el Dr. Manuel Antonio Fernández, El Neuropediatra.
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Las mejores preguntas y respuestas
La comunicación entre familia y centro educativo
- Cris Cárdenas: Ahí es donde yo quería llegar al tema familia, porque a ver, nosotros como centro trabajamos con familias directamente y siempre hablamos de que existen una serie de agentes dentro del desarrollo cognitivo de los más pequeños. Está el colegio, está la familia y está ese proceso de terapia o de intervención que muchas veces necesitan. Entonces, al final trabajamos con todo lo que es el colectivo educativo también. Siempre he creído que estamos muy conectados, el del neurodesarrollo con el educativo al final. Entonces, hay un tema que nos llega muchísimo al centro y es el tema de la relación familia-colegio, que es precisamente a lo que has hecho referencia. A lo que voy es a que las familias se quejan mucho de que a veces tienen dificultades para la comunicación con el cole, que no saben cómo hacerlo, qué herramientas utilizar. Entonces, a mí me gustaría que desde tu experiencia, ya que has sacado el tema, ¿Por qué pasa esto? ¿De dónde crees que viene todo esto?
- Danny López: Creo que al final, y es una tendencia en algunos casos en aumento, y es que se crea una relación casi como de de lucha, siendo claro, como un aspecto como de «soberbia», de decir: Yo sé más que tú, porque al final es mi hijo y yo sé más que tú porque yo soy su profesora. Entonces, no se llega a hacer equipo y al final es fundamental. Yo, por ejemplo, la primera charla que tengo con los padres, les digo que lo primero que tienen que hacer es confiar en mí, que si no confían, realmente está todo perdido. Les abro todos los canales comunicativos que puedo decir: Podéis hablar conmigo en cualquier momento, y les digo: En la salida sin niños o que venga tu mujer, tu marido, quien sea que coja al niño, se lo lleve y hablamos juntos. Un email, una llamada de teléfono, una tutoría, o sea, lo que necesites, pero sobre todo, necesito que confíes. Y les digo tal cual, porque vosotros sois un 50% de esto y yo soy el otro 50%. Os guste más, os guste menos. Somos 50-50. Al final conmigo están ocho horas y con vosotros al final que están cuatro, de lunes a viernes. Pasan mucho tiempo conmigo, entonces necesito que haya esa comunicación. Y sé que hay casos, porque sí que me escriben en redes sociales, de decir: Me pasa esto, hablo con el tutor de mi hijo, de mi hija, y es que no me ayudan. O sea, como que ese profesor no quiere comunicarse. No sé la situación real, al final sé lo que me está contando una parte y no puedo hacer un servicio directamente. Pero lo que yo a ellos les digo, es decir, si tú no sientes que el tutor te está escuchando, vete al siguiente, vete a una coordinación. Que la coordinación no te está escuchando, vete a una dirección. Tienes como varios pasos que puedes ir. Muchas veces las familias se encuentran violento el decir: Ojo, voy a saltarme al tutor para hablar con dirección. Sí, de quien estamos hablando es de tu hijo. O sea, como ya me lo tomé yo, ya es diferente, yo ya tendré mis charlas internas con el equipo, con lo que sea, para ver si a lo mejor efectivamente yo no estoy cumpliendo con mis funciones y yo no estoy abordando esa conversación como debería abordarla. Pero tú al final tienes que hacer lo que tú te sientas más cómodo.
Los niños con necesidades educativas específicas
- Cris Cárdenas: Es complicado, pero yo creo que para las familias y los profes que nos estén viendo, al final, como siempre digo, la base es la comunicación de todo y a veces tenemos también que sentarnos y ser un poquito empáticos y ponernos también en la piel tanto del profe como de la familia, como tú estás hablando. Al final, somos cada uno de nuestra madre, nuestro padre y tenemos una forma de ser. Entonces, yo considero que hay que ceder un poquito más hasta cierto punto, como también has señalado. Pero bueno, es que es una problemática que es real, porque ya te digo, es una de las cosas que más vemos por aquí. A raíz de eso, otro tema que quería preguntarte es si este problema a nivel comunicativo con la comunidad educativa y las familias se hace aún un poco más grande cuando hablamos de niños con necesidades específicas.
- Danny López: Es que ahí entra en juego la propia adaptación de la familia a darse cuenta de ese diagnóstico. Entonces, si con el resto de familias eres empático, con estas familias es una labor… Es el triple, es bestial. Lo que necesitas tú de respirar, incluso aguantarte tus propias frustraciones de decir: Es que es obvio, por Dios, entender esto, porque en cuanto lo entendáis vamos a ir mucho más rápido, vamos a ir mucho mejor y vamos a favorecer. Pero no es posible. Tienes que respetar también los tiempos de la familia. Entonces, yo lo que me he encontrado y mi experiencia me dice, es que cuando nosotros detectamos algo, en tres años, es una negación absoluta y se nos ponen como en contra, no aceptan. En cuatro años, comienzan a escucharte y en cinco años son ellos los que te piden ayuda. O sea, necesitan ese proceso. Rara vez te encuentras con familias donde tú detectes. Otra cosa es que ya vengan con un diagnóstico. Ya está mucho hecho de conciencia de lo que ocurre y es otro funcionamiento. Pero digo, cuando tú detectas algo, el proceso es ese, porque es como que… Claro, nosotros al final es mucho más fácil detectar ciertas cosas, porque cuando viene una clase, tú los ves en grupo y rápido haces tú. Tú dices: Hay algo. Puede ser madurativo, puede ser simplemente vergüenza, puede ser millones de cosas, pero dices: Tú. Entonces, cuando esa primera reunión con la familia, dicen: No, Mi hijo no, que es una negación, forma parte del proceso que tienen que vivir ellos, el duelo que tienen que ir viviendo. Pero lo que se necesita en estos casos, muchísima empatía, muchísima escucha, sobre todo en estos momentos, es escucha absoluta de decir: Yo me siento y suéltalo, suelta, habla, habla, habla, llora, habla, llora, reímos, lloramos juntos. Y poco a poco, vas haciéndoles entender cuál es el camino, pero en dosis muy chiquititas. Es como intentar llevártelos a tu terreno, casi sin que se den cuenta, pero informarlo desde el proceso. Es curioso, pero al final, si yo de primeras voy, muy serio, muy tal, muy contundente de: No, porque mira, escucha, le pasa esto. Entonces, tienes que hacer… Es como: Puf, ¡Cuánta información! Primero me estás diciendo que mi hijo pasa esto, que tenemos que hacer una serie de tests y encima que tenemos que empezar a funcionar así y adaptarnos todo. No, demasiado. Entonces, sobre todo, es hablar mucho y te lo niegan. Entonces, tú acompañas esa negación, dices: Vale, pero qué te parece si aunque en tu casa no y aquí sí.
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